Al diseñar una encuesta, el tipo de preguntas que se puede utilizar es muy variado. Podemos encontrar desde preguntas de sí y no, hasta preguntas de opciones múltiples, pasando por las de escala e incluso por preguntas con posibilidad de contestar varias opciones. Todas las anteriores se encuentran dentro del grupo de preguntas cerradas, que son aquellas en las que el encuestado solo puede responder con aquellos parámetros que la pregunta indica como predeterminados. Por el contrario, nos encontramos con las preguntas abiertas, que son aquellas que dan al encuestado la posibilidad de contestar empleando sus propias palabras.
Las preguntas cerradas son más utilizadas, puesto que son fáciles de analizar y, a la hora de contestar, requieren menos tiempo y esfuerzo. Sin embargo, hay que tener en cuanta al plantearlas que tienen que abarcar correctamente todas las posibles respuestas; ya que, por el contrario, limitaremos la contestación del encuestado, que puede no verse reflejado al cien por cien en las opciones de respuesta.
¿Qué aportan las preguntas abiertas?
En lugar de entrar en una comparación entre preguntas abiertas y cerradas, es importante destacar que ambas se complementan entre sí. Una vez que se agotan las posibilidades de las preguntas cerradas, es cuando el verdadero poder de las preguntas abiertas comienza a manifestarse y se extiende. Cuando con una pregunta cerrada no se obtiene suficiente información sobre las categorías de respuestas, el planteamiento de una pregunta abierta da la posibilidad de que el encuestado se explaye en su contestación. También son especialmente útiles cuando buscamos recopilar opiniones o profundizar en aspectos específicos, ya que nos ayudan a comprender mejor las experiencias de los encuestados.
Como vemos, las preguntas abiertas logran recabar más información y de mejor calidad, pero realizar este tipo de preguntas en un cuestionario también requiere de un mayor esfuerzo, puede generar respuestas confusas y da lugar a un análisis más costoso. Es por esto que desde encuesta.com recomendamos no abusar de ellas, sino combinarlas, complementando con ellas las preguntas cerradas, de cara a enriquecerlas y llegar hasta el fondo de la cuestión. Esto podemos hacerlo, por ejemplo, añadiendo la opción “Otros”; o bien, tras una respuesta anterior, preguntando el por qué de dicha contestación.
El análisis de las preguntas abiertas
Como hemos indicado anteriormente, analizar los resultados de las respuestas abiertas conlleva una gran inversión de tiempo y trabajo. Es por esto que en muchas ocasiones no se incluyen este tipo de preguntas en las encuestas. Ante esta práctica, uno de nuestros técnicos en Webtools, José Manuel García afirma que: «Las respuestas abiertas dotan de mayor profundidad al análisis de la encuesta y su uso potencia las conclusiones a las que se quieren llegar, y permite profundizar también en la búsqueda de líneas de mejora.»
Al ser preguntado por su dificultad de análisis, nos comenta que: «Es cierto que su buen análisis requiere unos pasos ineludibles algo laboriosos» pero también expone que: «La recompensa al entender las opiniones de los encuestados de forma clara y con sus propias palabras, sirve para que las consecuencias de los actos que se vayan a tomar tras la encuesta sean más concisos y seguros«.
Pasos a seguir para analizar las preguntas abiertas
Al hablar de los pasos que deben seguirse para analizar las preguntas abiertas, José Manuel destaca que no existe una única forma, sino que depende de la dimensión y el propósito de la encuesta. Sin embargo, recomienda seguir los siguientes pasos:
1) Saber cuál es la finalidad de la encuesta, es decir ¿Por qué se está haciendo?
Como primer paso, es muy importante comprender la finalidad de la encuesta y el motivo por el cual se está llevando a cabo. Esto es así porque resulta esencial tener claridad sobre los objetivos y las metas que se desean alcanzar con el cuestionario antes de crear categorías que nos ayuden a tratar y responder a estas cuestiones.
2) Crear categorías que agrupen las distintas posibilidades de respuesta.
Estas categorías servirán como marco de referencia para organizar y clasificar las respuestas obtenidas. Por ejemplo, en una pregunta como «¿Qué mejorarías de tu estancia en el hotel?«, se pueden establecer categorías como «servicio de habitaciones«, «comida«, «limpieza«, etcétera.
3) Analizar cada respuesta de forma individual.
Es importante comprender que una respuesta no se limita a ser un simple comentario, sino que puede contener múltiples aspectos. Al clasificar las respuestas, es posible que se encuentren en diferentes categorías según los temas abordados. Por ejemplo, la respuesta «El servicio de habitaciones no fue el más adecuado y la comida no era del todo buena» puede clasificarse en las categorías «servicio de habitaciones» y «comida«.
4) Realizar un Sumatorio de cada categoría para observar las tendencias predominantes.
Al recopilar y agrupar las respuestas en cada categoría, se podrán observar patrones y tendencias comunes, lo que permitirá extraer conclusiones significativas. Este enfoque no solo se basa en las predeterminaciones del encuestador, sino en las perspectivas y respuestas de los propios encuestados.
Conclusiones
En conclusión, el uso de preguntas abiertas en las encuestas complementa la información obtenida a través de preguntas cerradas, permitiendo recopilar opiniones más detalladas y experiencias enriquecedoras de los encuestados. Aunque su análisis requiere más esfuerzo y tiempo, el beneficio de obtener información más profunda y auténtica justifica su inclusión en las encuestas, ya que proporciona conclusiones más completas y cercanas a la realidad, facilitando la toma de decisiones y la identificación de áreas de mejora.
Para complementar y visualizar de manera más práctica los conceptos presentados, te invitamos a ver el siguiente vídeo, que aborda los diferentes tipos de preguntas que se pueden utilizar en una encuesta. En él se exploran ejemplos y se brindan consejos adicionales para diseñar cuestionarios efectivos. ¡No te lo pierdas!
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